martes, 8 de septiembre de 2015

EUROPA ¿QUIÉN VELA POR LOS DERECHOS HUMANOS?






Toda persona en caso de persecución tiene derecho a buscar asilo y disfrutar de él en cualquier país (punto 14 de la declaración de los derechos humanos).


Los fallecimientos en el Mare Nostrum, mar de diversidad cultural, de vida, de alegría, de libertad, llegando a esas bellas playas donde a pocos metros los turistas pasan sus días de ocio y disfrute, la colocación de alambradas, muros gigantes, el despliegue de vergonzosos ejércitos y policías para reprimir a quienes huyen de las guerras genocidas, nos produce indignación, hastío y decepción; son crímenes, y de alguna manera somos culpables cada uno de nosotros.


La tragedia nos golpea cada día con imágenes que reflejan el naufragio moral de Europa, incapaces de articular una respuesta humanitaria y solidaría; es el drama más importante a que se enfrenta el continente.


El viejo continente, crispado por la llegada de refugiados de países en conflictos bélicos, no puede reaccionar solo cuando la tragedia puebla de cadáveres nuestras playas, o ante la espeluznante asfixia de personas a bordo de  un camión.


Ahora que el problema ha llegado a la Europa rica y próspera, que miraba con altanería y distancia a la Europa del sur, contemplando  esta tragedia durante décadas sin asumir este drama como propio, ese espacio de paz y prosperidad debe aprovechar esta oportunidad para hacerse más fuerte y no sembrar dudas entre la ciudadanía a la par que dar alas a los xenófobos que quieren menos Europa, más fronteras y menos extranjeros.


El fin de este drama seria abrir las fronteras, pero la solución a este problema pasaría por dejar de saquear a sus países y atajar el problema de las guerras. El éxodo actual no se resuelve con solidaridad bien intencionada, solidaridad civil canalizada a través de fundaciones y ONG tradicionales.


Europa debe actuar como un solo conjunto, aprobar fondos extraordinarios y medidas de urgencias: Policías y guarda costas rescatando inmigrantes en peligro, levantar campamentos de refugiados en los países de primera acogida, organizar reunificaciones familiares y tramitar solicitudes de asilo; los consulados, propiciar salvoconductos necesarios para no arriesgar sus vidas en manos de mafias criminales; la diplomacia movilizarse presionando a Rusia a que forzase al régimen de Asad a detener la guerra y abrir negociaciones de paz.


Lo lamentable ha sido que la imagen del niño sirio muerto en la playa, sea el motivo para que se catalice un cambio político en Bruselas y se pongan los países miembros a actuar. Tenemos el deber jurídico y humano de atender a refugiados que huyen  de países en guerra o que están sometidos a regímenes violentos.

Miguel Goitiandía -  Integrante de AMI-CDE

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